jueves, 22 de octubre de 2009

El PRI muestra sus grietas

Manlio Fabio Beltrones apoyó contundentemente la decisión del gobierno federal de extinguir Luz y Fuerza del Centro, Enrique Peña Nieto la respaldó a medias mientras mantuvo diálogo con el dirigente sindical Martín Esparza, Beatriz Paredes sigue haciendo como que eso no ha sucedido.
La dirigente nacional del PRI y su mandatario veracruzano, Fidel Herrera, querían rechazar todos los impuestos propuestos por el presidente Calderón, el gobernador del estado de México los deseaba aprobar pero no se atrevió a tanto, el líder tricolor en el Senado declaró desde un inicio que él veía con buenos ojos cobrar IVA en alimentos y medicinas, planteamiento con el que coquetea con empresarios.
Dos acontecimientos recientes —la discusión de la Ley de Ingresos 2010 y la toma de Luz y Fuerza— han puesto en evidencia que el PRI se une en tiempos de hambruna, pero se divide en abundancia: perdieron como nunca antes la Presidencia en el 2000, se cohesionaron y recuperaron terreno arrebatándole a Fox el 2003; como les fue bien, se dividieron otra vez y con Roberto Madrazo de candidato se desplomaron hasta la tercera posición en 2006; el fracaso les unió y este julio de 2009 arrasaron; han pasado tres meses, y las fisuras —motivadas por la pugna en torno a la candidatura presidencial de 2012— comienzan a exhibirse.
Para los priístas el peligro es que sigan por esa ruta. Se conocen tan bien entre ellos que son su principal amenaza. Nadie puede vencer al PRI como el PRI mismo. Sus escisiones y divisiones han nutrido al PAN y al PRD. Para el PRI, perder la unidad es perder el poder. Y sus rivales lo saben.
Por eso, incluso desde el gobierno federal se esfuerzan en coquetear con “presidenciables” priístas planteándoles descarrilar a sus compañeros de partido que lucen competitivos rumbo al 2012, desempolvando tal o cual expediente, iniciando la guerra interna. Es la tentación de la silla como zanahoria y el destino de Madrazo, que se hundió al querer hundir a Montiel, como garrote.
Colateralmente, desmoronado su caudillo, sin encontrar aún al relevo, las corrientes de los partidos de izquierda estiran la liga para sus lados. Otra vez votaron divididos, ahora la Ley de Ingresos. López Obrador mostró el tamaño de su bancada: 24 personas que no dan ni para tomar contundentemente la tribuna. Y aunque lucen unidos en el tema de Luz y Fuerza del Centro, los “moderados” en el fondo detestan —no se animan a decirlo en público— al Sindicato Mexicano de Electricistas y la visión que representa.

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